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EL MIEDO


Es la primera de las cinco emociones negativas y de la que derivan el resto, ya que ninguna emoción negativa se puede generar sin la presencia del Miedo. Se podría decir que el Miedo es la emoción negativa que generamos cuando percibimos un peligro, incluso cuando ese peligro no esté ocurriendo en el presente, ya que el sistema Mental negativo puede hacernos creer que sí.

El Miedo se genera a partir de la sensación de inseguridad que se produce cuando disminuimos nuestra Identidad y generamos personajes para gestionar las situaciones en las que nuestro interés personal se desplaza hacia el interés de otras personas o situaciones.

Toda emoción negativa tiene su inicio en la pérdida o disminución significativa de nuestra Identidad como personas independientes de los demás y en la necesidad de dejar a un lado nuestra auténtica forma de ser para adquirir una nueva y falsa identidad adaptada a las circunstancias que nos rodean. Esto se consigue creando personajes, tal como ocurre en las obras de teatro o de cine, y estos personajes interpretan por nosotros una nueva forma de actuar que se proyecta hacia los demás y a sus necesidades buscando su aprobación, protección, su reconocimiento o su afecto.

Fig. 1: Creación de un personaje por el desplazamiento.


El proceso empieza cuando dejamos de guiarnos por la Identidad y nos desplazamos hacia situaciones externas en las que consideramos que es necesario crear un personaje para poder gestionar mejor lo que nos está ocurriendo. De momento, aún no se ha generado ninguna emoción negativa pues podemos volver hacia atrás y dejarnos guiar de nuevo por la Identidad. Pero, si seguimos utilizando con frecuencia el personaje, surge el conflicto afectivo interno de si es más importante o adecuado representar el personaje para los demás o ser nosotros mismos.

Esta situación da paso a una importante sensación de inseguridad que abre la puerta a la primera emoción negativa: el Miedo. Así, una persona pierde parte de su Identidad al utilizar uno o varios personajes y entra en un conflicto afectivo, lo que le hace sentir inseguridad y activa la primera reacción emocional negativa, el Miedo. Este Miedo se inicia a partir de la sensación de peligro que genera la situación de inseguridad y al sentir que pueden surgir situaciones adversas que compliquen o impidan que se puedan llevar a cabo los proyectos para los que la persona se siente impulsada desde su propia Identidad.

Fig. 2: Proceso desde la Identidad hasta el Miedo.

La persona que tiene miedo se siente mal y muy incómoda viviendo esta primera emoción negativa, por lo que se siente impulsada a evitarla, negarla o esconderla, pero le resulta muy difícil hacerlo si sigue utilizando los personajes para manejar las situaciones externas y no vuelve a guiar sus actos a través de la Identidad.

En esta situación de pérdida de la Identidad dispone de tres tipos de reacciones posibles: huir, quedarse quieta o luchar. La opción de alejarse de lo que le provoca el Miedo no solo no lo evita, sino que lo mantiene, lo profundiza y lo cronifica, por lo que no es considerada habitualmente una buena solución, aunque para muchas personas es considerada la única opción y se quedan atrapados en el Miedo.

Quedarse quietos puede hacer que alguna vez el peligro pase de largo, aunque también puede hacer que la situación empeore, por lo que la mayor parte de las veces tampoco resulta eficaz. Así que, con mucha frecuencia la persona valora la posibilidad de luchar contra lo que le genera la sensación de peligro y tratar así de esconder el miedo detrás de una actitud de lucha y defensa a la que denominamos Enfado. Esto es un gran error, ya que el Miedo sigue intacto, aunque esté escondido, y ahora se ha creado la segunda emoción negativa.

Fig. 3: Desde el Miedo hasta el Enfado.

El Miedo es una emoción negativa que no aporta nada a nuestro proceso vital pero sí que nos hace consumir mucha energía que es necesaria para que nuestro organismo funcione adecuadamente, ya que las emociones hacen que nuestro cuerpo fabrique hormonas y neurotransmisores que tienen una duración y unos efectos sobre nosotros que tardan en desaparecer. Es distinto si en lugar de generar miedo actuamos con precaución, que consiste en valorar las situaciones de peligro antes de meternos en ellas para así evitarlas, si es posible.

Sin embargo, de forma natural, los animales, y los humanos también, utilizan el miedo como un recurso para mejorar las posibilidades de supervivencia, aunque en estos casos lo denominamos alerta y también precaución. En estas situaciones, la reacción de supervivencia es algo puntual que desaparece en cuanto que también desaparece la situación que la genera. Es, por lo tanto, una situación momentánea que no se cronifica. En cambio, los humanos podemos utilizar el Mental negativo para evocar una y otra vez la situación de Miedo que hemos vivido o imaginado y generar un estado de Miedo crónico.

Lo mejor que puede hacer una persona que ha llegado a generar la primera emoción negativa, el Miedo, es intentar volver cuanto antes a la situación de Identidad que le va a permitir gestionar mucho mejor las situaciones que se le presentan la vida.








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