Introducción a los Conflictos
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INTRODUCCIÓN A LOS CONFLICTOS
Se puede decir que los seres humanos somos una especie conflictiva. Eso es algo que podemos comprobar cada día y que se observa en todas las culturas y, especialmente, a lo largo del periodo al que denominamos Historia. Esto no quiere decir que otras especies no sean conflictivas, solo que ésta es una característica especial de la nuestra.
Decir esto no aporta ninguna luz al por qué somos tan conflictivos, pero sí que nos da una idea de que si los conflictos son tan universales y han acompañado al ser humano desde sus orígenes, es razonable pensar que es porque deben ser necesarios para facilitar su evolución. Seguramente son también la clave de la sorprendente capacidad de adaptación que exhibimos los humanos en circunstancias adversas de todo tipo.
Es como decir que gracias a la presencia de los conflictos pudiésemos engrasar la maquinaria de adaptación a la vida en la Tierra. De hecho, una Humanidad sin conflictos sería una Humanidad tremendamente estática, aburrida y sin capacidad de adaptación a la adversidad, por lo que si se diese esa situación alguien acabaría encontrando la manera de volver al estado anterior, con conflictos. Esa es nuestra forma de aprender y de evolucionar y va unida intrínsecamente a nuestra especie por más que nos duela aceptarlo. Sin ellos, la especie humana o no evoluciona o lo hace mucho más despacio.
Es cierto que los conflictos pueden ser de fácil, de difícil o de imposible solución, pero en estos casos siempre hay nuevas situaciones que favorecen la adaptación de los seres humanos a esta experiencia vivencial que tenemos todos como miembros de una especie tan peculiar.
Si no se encuentra una solución a un conflicto se producen progresivos movimientos de adaptación hasta que acabe apareciendo la forma de resolverlo, aunque esto pueda llevar mucho tiempo, incluso varias generaciones. Lo que sí podemos observar con mucha frecuencia es que cuando un conflicto no se puede resolver, una o varias personas tienen tendencia a enfermar o a morir para poner en evidencia ese conflicto.
Por eso, algunos problemas que vienen de generaciones anteriores pueden reaparecer a través de un miembro de la familia que lo incorpora a su forma de actuar y activa la memoria de grupo de toda la familia. Es un nuevo intento de encontrar soluciones cuando no se lograron en su momento.
Todos los conflictos arrancan de situaciones que nos provocan dolor y es ese dolor el que nos hace reaccionar huyendo de la situación o enfrentándola directamente. A veces, también, podemos quedar inmóviles a la espera de que pase el dolor, pero esta actitud puede que tampoco sea muy eficaz.
La solución de los conflictos no tiene ni un único enfoque ni se puede aplicar el bálsamo mágico curalotodo que los resuelva automáticamente. Pero lo cierto es que para la resolución de los conflictos es necesario que haya un reconocimiento previo de que existe un problema, una aceptación del mismo, un encuentro entre las partes que están implicadas en él y la puesta en marcha de un plan de reconciliación adecuado para cada situación de conflicto.
Para poder llegar a la reconciliación es necesario que las partes enfrentadas tengan un estado favorable de negociación y de entrega. El estado emocional más adecuado para resolver conflictos es el que genéricamente se denomina de Amor, el de la entrega positiva, que se expresaría, en este caso, en la forma de dar sin esperar nada a cambio, algo que no siempre resulta fácil de hacer.