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LAS EMOCIONES Y LA SALUD


El ser humano es un animal muy emocional. Ha creado desde su cuerpo físico un sistema de emociones para mejorar su supervivencia. Como se puede revisar en otras secciones, estas emociones pueden ser positivas o negativas, pero las dos consumen una importante cantidad de energía de la que produce nuestro cuerpo.

Nuestro organismo consigue la energía para mantenerse vivo a partir de los alimentos, de la respiración y de la que tiene almacenada en su interior desde el nacimiento. Si no quiere gastar rápidamente la energía que tiene almacenada, necesita alimentarse, digerir los alimentos y después transformarlos en energía vital. También tiene que conseguir oxígeno del aire para poder metabolizar los alimentos. De este complicado proceso metabólico aparecen las unidades de energía necesarias para mantener vivo al cuerpo físico, generar las emociones y utilizar la mente.

Cuando todo funciona bien, el cuerpo físico utiliza parte de esta energía para generar las emociones positivas que le dan a cambio un gran beneficio, ya que le permiten comunicarse adecuadamente con el resto de los miembros de la familia o de la sociedad. Es una energía muy bien invertida ya que los beneficios superan con creces al gasto necesario para mantener esas emociones en activo.

Fig. 1: La digestión de los alimentos y la respiración generan energía.


La salud es el resultado buen funcionamiento de los sistemas corporales de un ser humano, que le permiten mantenerse vivo, hacer sus funciones físicas naturales, generar emociones positivas y mantener un flujo mental también positivo. Cuando el sistema físico, emocional y mental están en equilibrio, la persona tendrá una buena salud. Pero este equilibrio puede ser alterado por agentes externos, como el frío, el calor o la humedad, o por la interacción con otras personas.

Además, hay que tener en cuenta que el cuerpo físico tarda, desde el momento del nacimiento, aproximadamente 2 décadas en llegar a la madurez, y a partir del momento de plenitud, que suele ocurrir sobre los 25 años, empieza el deterioro progresivo del cuerpo que va a ir desgastándose y perdiendo energía y vitalidad con cada década vivida. Y esta pérdida de vitalidad se va a reflejar en el peor funcionamiento de los sistemas corporales que cada vez tendrán menos energía disponible para trabajar, y especialmente se reflejará en el sistema digestivo que irá perdiendo capacidad para absorber nutrientes y para generar energía a partir de ellos.

Desde la madurez sexual, que suele ocurrir en la segunda década, hasta la cuarta década, los seres humanos consumen mucha energía como consecuencia de su actividad vital, laboral, familiar y social, y una más intensa actividad sexual de esta época con el objetivo de unirse, de reproducirse y sacar adelante a una nueva generación, que requerirá, al menos, otras dos décadas de desgaste. A partir de la quinta década, la mayor parte de las personas han perdido una gran cantidad de energía vital y le resulta más difícil mantenerse sanos.

Fig. 2: Proceso de envejecimiento de una persona.


Es por eso que es muy importante no gastar una excesiva cantidad de energía en las diferentes décadas de la vida y así poder ir reservándola para mantener la salud, especialmente, a partir de los 50 años, que es el momento en que la mayor parte de las personas notan el inicio de su deterioro. Pero como no tenemos un medidor de energía y en la segunda y tercera década de la vida el ser humano vive un proceso expansivo con un gran consumo de energía, es muy probable que en esa etapa no tenga conciencia del desgaste que está generando en su organismo tanto en el terreno físico, el emocional o el mental.

Pero, si la persona aprende a gestionar adecuadamente la energía que gasta en generar emociones y estas son predominantemente las cinco emociones positivas, es muy probable que esas emociones acaben siendo muy beneficiosas para el desarrollo de la vida de esa persona. Al invertir una parte de la energía conseguida en generar emociones positivas, esto va a ayudar a que el sistema físico y el mental puedan disponer de la energía que no se gasta en generar emociones inadecuadas y así poder mantener al cuerpo sano a lo largo de su vida.

Fig. 3: El equilibrio energético en los sistemas físicos, las emociones y el mental va a generar salud.









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