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El desequilibrio mental

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EL DESEQUILIBRIO MENTAL

Con frecuencia hablamos de una persona que está desequilibrada para referirnos a su estado mental. Eso implica que consideramos que hay una situación que reconocemos como de equilibrio mental y que, normalmente, es la consecuencia del consenso de una sociedad que describe lo que se considera normal y lo que no.

Es muy difícil definir qué es la normalidad, generalmente es aquello que cumple con las normas, pero las normas las ponemos los hombres y son muy diferentes según las culturas, las épocas y las sociedades. Sin embargo, el concepto de lo habitual se acerca más a la idea de lo que aceptamos como correcto o esperable en el comportamiento de una persona.

La respuesta mental de un ser humano está muy condicionada por sus factores culturales, familiares y personales que conforman un carácter, una memoria y una personalidad. Pero es frecuente que nos comportemos de diferente manera según el lugar donde estemos o con quien nos encontremos. Una persona puede ser recriminada por decir palabras malsonantes o “tacos” en el trabajo y ser vitoreada si esto ocurre en el grupo de amigos en una sesión de chistes.

Esto complica enormemente saber qué es el desequilibrio mental, ya que siempre tendremos que considerar los factores que han afectado a esa persona. Si traemos a un indígena de hábitos caníbales a nuestra sociedad e intenta comer carne humana nos parecerá una atrocidad y será detenido y encarcelado por cometer un delito, pero en su entorno sería felicitado por su comportamiento.

Por eso, hay dos tipos de enfoque en cuanto al desequilibrio mental, el que corresponde al equilibrio del individuo consigo mismo, con su auténtica forma de ser y el que corresponde al medio o la sociedad en la que vive. Se deduce también que hay un tercer tipo que sería el mixto, es decir, la interacción de los dos anteriores.

Aceptamos que una persona tiene un desequilibrio mental cuando piensa o actúa en contra de su propio beneficio o de su salud. Podemos decir que una persona está loca si va por la calle atada a un gran tronco o golpeándose la cabeza con un bastón y haciéndose sangre. Sin embargo, esta forma de actuar forma parte de ritos religiosos, como el musulmán o el cristiano.

Aceptamos también que un individuo tiene un desequilibrio mental si va, conscientemente o compulsivamente, contra las normas de comportamiento de una sociedad. Por ejemplo, si alguien va desnudo por la calle. Pero, de nuevo, hay que valorar que este comportamiento puede ser considerado normal si ocurre en una playa o en un camping nudista.

Podemos pensar lo mismo si alguien actúa en contra de su bienestar personal y contra la sociedad. Por ejemplo, si alguien se lanza con un camión lleno de explosivos contra una nave en una ciudad para protestar contra la actividad de una empresa.

Pero reservaremos la expresión desequilibrio mental para describir aquellos estados que tienen su origen en la actividad mental, que no los han generado ni situaciones físicas ni emocionales y que van en contra del bienestar de la persona o de su entorno.

Un desequilibrio mental no es en sí mismo una enfermedad mental, pero puede llegar a provocarla si no se corrige. Podemos decir que el aspecto mental positivo colabora a que nuestro ser evolucione adecuadamente y el aspecto mental negativo o ego hace todo lo contrario. Por eso, el desequilibrio mental tendría su origen en la actividad del aspecto mental negativo.

Las enfermedades mentales habituales como la ansiedad, depresión, neurosis o psicosis son, habitualmente, la consecuencia de desequilibrios mentales que no se han resuelto, a veces, en varios miembros de una familia o en varias generaciones. El odio violento a una familia rival puede llevar a situaciones de alerta y de miedo a ser agredidos y a provocar ansiedad o depresión en los componentes de una familia por el simple hecho de pertenecer a ella.

Los trastornos mentales que llevan a la neurosis o a la psicosis son de naturaleza habitualmente más compleja y requieren un estudio personalizado para ver el origen de la enfermedad. Bert Hellinger ha estudiado el comportamiento de los enfermos psicóticos con su método de las Constelaciones Familiares y ha descubierto la estrecha relación que tienen este tipo de enfermos con los acontecimientos familiares y las situaciones de lealtad interna de los miembros de una familia.

Como la actividad mental consume energía física e implica estados emocionales alterados inducidos, podemos decir que los trastornos mentales implican directamente al aspecto físico y emocional, generalmente vaciándolos de energía y de protagonismo. El aspecto mental alterado captura así los recursos del ser humano utilizándolos en su único interés y alterando las funciones normales y los objetivos del hombre en su vida.

Por eso, podemos decir que al aspecto mental negativo se le puede eliminar cuando no se le alimenta, cuando no se le da importancia, cuando no se le sigue en sus elucubraciones. La mejor manera de mantener el equilibrio mental es prescindir del continuo flujo de actividad mental innecesaria y acaparadora, aquietando nuestra mente y utilizándola solamente cuando es necesaria para la vida, centrándonos en el momento actual, en el ahora y llevando nuestra atención preferentemente a las situaciones que se desarrollan en ese entorno.

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