Introducción - UNA VIDA INTEGRAL

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Introducción

LOS CONFLICTOS

- LOS CONFLICTOS –

INTRODUCCIÓN

¡Qué hermoso sería vivir en un mundo sin conflictos!

Curiosamente, este deseo de muchos hombres a lo largo de la historia de la Humanidad parece que nunca se pueda conseguir.

Desde el punto de vista de un observador externo, es fácil preguntarse por qué los humanos encontramos tan fácilmente la manera de entrar en conflicto con otras personas, con animales, con algunas cosas o con las diferentes situaciones de la vida. Resulta desconcertante que, aunque pasamos gran parte de nuestra existencia intentando ser felices y mejorar cada día, finalmente tendemos a crear problemas y a dificultar las soluciones. La Humanidad parece ser un grupo esencialmente conflictivo y favorable a generar problemas. Lo cierto es que otras especies no lo son menos.

De acuerdo con la ley universal del Todo y la Dualidad, expresada magistralmente por la metodología china con los conceptos del Yin y el Yang, al principio existe un Todo, una realidad que no admite comparación ya que su mismo concepto incluye todas las posibilidades juntas. Pero al reparar en las diferencias que hay dentro de él, se puede observar que existe un estado al que podemos denominar orden y otro de desorden al que llamamos caos. Resulta curioso que sólo podamos percibir el orden por contraposición al caos y viceversa. El uno sin el otro no puede existir por sí mismo. Siempre tienen que estar los dos a la vez dentro de un continuo ciclo en el que se suceden y que parece no tener fin.

Pasa lo mismo con el concepto de bien y de mal. Nos resultaría imposible saber qué es el bien si no lo enfrentamos con la idea del mal. Ambos se complementan y se necesitan para poder existir y uno sin el otro no tiene entidad. Solamente cuando volvemos a la idea de unidad, a la globalidad, al Todo, en el que no existen las diferencias y la situación es perfecta, podemos prescindir de esa Dualidad y de la bondad o la maldad de algo.

Sin embargo, la vida se caracteriza por los cambios, los movimientos, la sucesión de hechos en un proceso continuo. A cada inspiración le sucede una espiración para poder volver a inspirar y a espirar de nuevo. Si no existiese la inspiración no sabríamos lo que es la espiración, igual que si no supiésemos lo que es el día no sabríamos lo que es la noche. Podríamos llegar a la conclusión que el fenómeno al que llamamos la vida sería una inmensa escuela en la que hay una ley inexcusable: en el sistema de Dualidad en el que vivimos todo lo que existe debe tener su complementario.

Parece ser que para poder tener la experiencia de la vida en nuestro Universo dual se requiere pagar un peaje que consiste en que las cosas, los seres vivos, nunca llegan a ser perfectos, nunca se alcanza la totalidad, siempre falta algo que está contenido en su complementario. Se ha prescindido de la Unidad, de la perfección en la que no se crece, para poder aprender, pero el precio es la imperfección, el desorden.

Volviendo al concepto de orden y de caos, ordenamos para así poder desordenar ya que, si no lo hiciésemos no podríamos percibir el orden. El caos o desorden sería, así, tan importante como el propio orden. Eso vendría a decir que ordenar resulta tan importante como desordenar.

Y ¿por qué insistir tanto en esta idea? Es muy sencillo, porque esta sección está dedicada al estudio de los conflictos que tenemos los seres humanos a lo largo de la vida y por más que intentemos dar orden y equilibrio a nuestra existencia siempre habrá algo que la desordene, que nos devuelva al estado anterior de desorden en el que se vuelven a generar los conflictos.

A diario millones de personas de todo el mundo acuden a consultar a médicos y terapeutas para que escuchen los problemas que les hacen sufrir, y por eso van a pedir ayuda, para ver si pueden salir del sufrimiento o de la enfermedad.

Siempre que vemos a alguien que sufre y que padece alguna enfermedad o que tiene algún dolor le podríamos preguntar “pero, ¿hay algún motivo para que estés así?”, y lo más probable es que la persona reflexione por un momento y acabe encontrando alguna relación entre lo que le ocurre y sus comportamientos previos, como hábitos inadecuados, una mala dieta, problemas personales, familiares o sociales y estrés mental o emocional.

Esto nos hace ver que, aunque podemos protestar cuando nos llegan las consecuencias de no haber resuelto a tiempo los conflictos o desequilibrios, lo cierto es que internamente sabemos que hubo un momento en el que no se resolvieron y que por eso ahora se manifiestan en forma de desequilibrios, de signos y síntomas de una enfermedad.

El simple hecho de tomar conciencia de que en algún momento existió una situación que dio lugar al problema actual, inicia por sí mismo un proceso curativo, ya que al percibir que hubo un principio nos aporta también la idea de que podría haber un final.

La situación de equilibrio perfecto o perfección es monótona y aburrida y no facilita el proceso de aprendizaje o de evolución, por eso es necesario aceptar que vivimos en un entorno cuya ley principal es la Dualidad, en la que el conflicto sucede a una solución y ésta a un nuevo conflicto, dando lugar a nuevas situaciones que nos permiten aprender y evolucionar.

Esto tiene un coste, es cierto. Los conflictos generan tensión y ésta exige una actitud vigilante que pone en marcha el estado biológico del estrés, una situación que nos hace consumir más recursos que los que serían necesarios en estado de tranquilidad.

Los conflictos y la puesta en marcha de las soluciones conllevan un alto consumo de energía, lo que puede alterar tanto a los sistemas sociales como a los biológicos. Un sistema social necesita utilizar muchos de sus recursos para mantener el equilibrio entre sus miembros. Un organismo necesita utilizar mucha energía para mantener en equilibrio los sistemas que lo mantienen vivo.

Cuando un ser vivo entra en conflicto, necesita utilizar muchas de sus reservas energéticas para poder superarlo. Si éste se resuelve pronto, esa energía utilizada puede ser recuperada y se puede volver al orden, al estado de salud.

Cuando no se consigue resolver un problema en un tiempo razonable, los consumos de energía se disparan hasta hacerse insostenibles, lo que obliga al organismo a generar una estrategia de supervivencia, dando prioridad a unos sistemas sobre otros, en detrimento de estos últimos que funcionarán a bajo ritmo o no funcionarán bien.

Durante un cierto periodo de tiempo se puede sobrevivir a pesar de que algunos de los sistemas del organismo no funcionen bien o no estén a pleno rendimiento pero, finalmente, esa disfunción provocará las carencias, las alteraciones, el desabastecimiento y el colapso de funciones importantes que acabarán desembocando en enfermedades, con sus signos y sus síntomas.

Si durante el proceso de una enfermedad se encuentran recursos o formas de resolver el conflicto, éste se elimina o se reduce y disminuye la tensión que generó el consumo excesivo de energía y el ajuste de los sistemas. Esto va a favorecer que se disponga del combustible necesario para que el organismo vuelva a funcionar bien.

Además, se precisará de un tiempo para la reparación de los daños generados en el periodo de enfermedad, con el consiguiente consumo de energía necesario para realizar esas reparaciones, lo que hará más largo el tiempo para volver al estado de salud que se había perdido.

Si el organismo no dispone de los recursos adecuados para superar la situación de estrés crónico, la enfermedad irá agotando su energía hasta que sobrevenga la muerte.

Por eso es tan importante encontrar a tiempo las soluciones a los conflictos que se nos presentan, ya que eso nos permite mantener nuestras reservas de energía y seguir así disfrutando de una buena salud para conseguir realizar nuestros objetivos en la vida, haciendo que ésta sea larga y placentera.

En esta sección se estudian algunas de las situaciones que con más frecuencia desembocan en conflictos, con el objetivo de ayudar a identificarlas más rápidamente a las personas que lo lean, lo que puede ayudar a encontrar alguna solución y así evitar entrar en una situación de estrés o de enfermedad.

Es un sueño utópico pensar que se puede vivir en un mundo sin conflictos porque entonces no podríamos evolucionar, pero sí que podemos vivir mejor en un mundo con conflictos pero disponiendo de un método para identificarlos y de un repertorio de posibles soluciones que aplicar.

Sería estupendo que los contenidos de esta sección pudieran ayudar a que las personas podamos elegir hacer lo posible para tener preferentemente salud en lugar de caer en la enfermedad y que eso pudiera permitir vivir mejor a la mayor parte de los seres humanos durante el mayor periodo de tiempo posible.

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