Introducción
INTRODUCCIÓN
En esta sección vamos a ver las alteraciones que se producen en este importante sistema del ser humano que hace posible que podamos adquirir energía y nutrientes procedentes del exterior e incorporarlos al interior del organismo para evitar el consumo de la propia energía vital y mejorar las funciones metabólicas necesarias para mantener la vida y el funcionamiento del organismo.
Es este un sistema muy complejo en el que intervienen muchos órganos importantes que deben trabajar en sincronía y equilibrio para alcanzar el objetivo final de extraer la energía y los nutrientes del mundo exterior.
Esta maravilla es dirigida y controlada por el sistema nervioso que, con una estructura de plexos y con conexiones en forma de red, tapiza el interior del tubo digestivo y de esta manera está presente y coordina las funciones de todos los órganos implicados en la digestión. Es necesario también que se fabriquen una serie de hormonas y neurotransmisores para que exista una buena regulación y la activación de ciertas funciones, así que algunos órganos del sistema digestivo hacen la función de auténticas glándulas secretoras de sustancias activas.
No solo se necesita que haya una buena digestión de los alimentos ingeridos sino que también es preciso que haya una buena absorción mediante una correcta selección de los nutrientes que necesita el organismo y que los desechos sean eliminados adecuadamente en el trascurso del proceso digestivo.
Las estructuras y órganos comprometidos directamente con la digestión son la cavidad bucal, con la lengua, la dentadura, la musculatura y los huesos implicados en de la masticación, las glándulas salivares, la faringe, la epiglotis, el esófago, el estómago, el intestino delgado, el intestino grueso, el hígado, el bazo y el páncreas.
Tampoco debemos olvidar los vasos sanguíneos que transportan el oxígeno y los nutrientes necesarios para la digestión y que también llevan los productos absorbidos al torrente sanguíneo y al resto del organismo.
Sería inadecuado no mencionar el impresionante despliegue que realiza el sistema de defensas en el aparato digestivo, lo que hace posible que los agentes infecciosos (virus, bacterias, hongos o parásitos) que viven habitualmente en el tubo digestivo o los que puedan venir con los alimentos, sean controlados y evitar así la invasión del organismo por parte de estos.
De nuevo hay que mencionar la función de organización y coordinación que realiza el sistema nervioso, no solo el de los plexos incorporados al tubo digestivo, sino también la que realizan los plexos de la cavidad abdominal y la actividad del sistema nervioso autónomo (simpático y parasimpático).
Para que todo este trabajoso esfuerzo sea posible es necesaria la inversión inicial de una importante cantidad de energía almacenada previamente en nuestro cuerpo, la energía vital (EV) o bioelectricidad, y que se podría valorar teóricamente como el 40% de los recursos de energía vital disponibles para cada día; un gasto impresionante si no tuviese un beneficio energético, por lo menos, mayor que el esfuerzo invertido.
Es fácil deducir que si algo no funciona adecuadamente durante todo el proceso de la digestión este beneficio se puede reducir ya que habrá que invertirlo en recuperar la función alterada y corregir los desequilibrios provocados que, a veces, actúan provocando una reacción en cadena que algún otro órgano o sistema debe intentar corregirlo.
Las enfermedades que alteran al sistema digestivo derivarán, por lo tanto, de la mala función de las estructuras y órganos implicados, de su descoordinación, de la falta de la energía vital necesaria para el proceso y de la insuficiente irrigación sanguínea, además de las agresiones provenientes del exterior, como los factores climáticos externos (frío, viento, calor, humedad y sequedad) y las alteraciones emocionales que surgen en la vida cotidiana y que actúan como auténticos ladrones de recursos al derivar el flujo sanguíneo hacia partes del organismo que consumen la energía y los nutrientes necesarios para la digestión sin que le aporten los correspondientes beneficios.
Vamos a ver a continuación diez patologías del sistema digestivo con la óptica de la Medicina Alopática Occidental (MAO) junto con la de la Medicina Tradicional China (MTC) que nos da así una visión más completa de cada una de las patologías.