Sígnos y síntomas de la enfermedad
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LOS SÍGNOS Y SÍNTOMAS DE LA ENFERMEDAD
Reconocemos una enfermedad a través de una serie de signos y síntomas característicos que, una vez agrupados de forma adecuada, podemos etiquetarlos con un nombre de enfermedad o de síndrome. En la Medicina Alopática Occidental se le pone un nombre que indica lo que está alterado o el de la persona que lo describió por primera vez como, por ejemplo, Artrosis o Enfermedad de Crohn. En la Medicina Tradicional China se le pone el nombre del desequilibrio que se observa y que ha desencadenado la enfermedad como, por ejemplo, insuficiencia de yang de riñón.
El problema es que en la práctica no hay signos o síntomas totalmente indicadores de una sola enfermedad, por lo que el diagnóstico requiere de una gran pericia, habilidad, experiencia y muchos conocimientos adquiridos a lo largo de años de estudio, generalmente reservado a los profesionales cualificados de la salud que, además, se suelen apoyar en algunas pruebas complementarias que realizan a las personas para poder diagnosticar con más precisión la enfermedad que padecen.
Siempre que nos desplazamos hacia el lado de la enfermedad en ese camino imaginario que hemos trazado entre la salud y la enfermedad, van apareciendo progresivamente indicadores de que algo no va bien, de que un sistema está empezando a no funcionar adecuadamente. A estos indicadores los denominamos signos y síntomas. Los signos serían esos indicadores que son evidentes para el observador y los síntomas son los que el paciente cuenta cuando describe su problema.
Podemos considerar que cuando aparecen los signos y los síntomas hay un desequilibrio en las normales funciones de uno o varios sistemas de los que conforman al ser humano. Nunca hay que desestimar estos indicadores ya que son la evidencia de que algo no va bien.
Desgraciadamente, lo habitual es que en la Medicina Alopática Occidental no se suela prestar demasiada atención a los indicadores, signos o síntomas de poca intensidad o importancia y cuando se hace suele ser para matar al mensajero, es decir, para dar algún fármaco que esconda el síntoma, lo que permite que la enfermedad continúe su proceso, esta vez sin los indicadores de que algo va mal y de esta manera se favorece que las enfermedades tiendan a perpetuarse, cronificarse y a complicarse.
En la Medicina Naturista Occidental y Oriental, y en la mayor parte de las Medicinas Tradicionales, lo habitual es que se busquen las causas de los indicadores de enfermedad y su objetivo terapéutico consiste en eliminar esas causas, siempre que esto sea posible, lo que finalmente hace que desaparezcan los signos y síntomas que provocaban porque se ha eliminado su origen. Este tipo de enfoque disminuye el riesgo de que la enfermedad se desarrolle completamente, y si el paciente conoce cuales son las causas de su enfermedad es más probable que quiera y pueda actuar en su beneficio al cambiar los hábitos o acciones que le están llevando a enfermar y también puede actuar con antelación suficiente para prevenir de la enfermedad, su avance, cronificación o agravamiento.
Así vemos que los indicadores de un cambio del estado de salud hacia el estado de enfermedad son muy importantes para evitar que se desarrollen las enfermedades en sí mismas o se compliquen o se cronifiquen. Cuando un buen profesional de la observa los signos o síntomas de una enfermedad no debe actuar eliminándolos, salvo que la urgencia lo requiera puntualmente, sino que debe buscar siempre sus orígenes y tratar de cambiarlos o eliminarlos. Si no se actúa así, es como si viésemos el humo que provoca un árbol ardiendo en el bosque e intentásemos eliminar solamente ese humo pero dejando el fuego ardiendo, al final lo más probable es que se acabe quemando todo el bosque.