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EL ASPECTO MENTAL

De los tres aspectos de los que somos más conscientes en la vida cotidiana el mental es el que más conflictos y problemas genera.

Podríamos distinguir entre el lado mental positivo y el lado mental negativo, dejando así claro que nuestro aspecto mental tiene muchas virtudes y contribuye al crecimiento personal y al avance de la humanidad, pero debido al uso excesivo e innecesario del aspecto mental en situaciones en las que ya no es útil, puede acabar siendo contraproducente para la evolución de la persona, de su entorno, de los grupos y hasta de la humanidad.

De hecho, podríamos decir que seríamos mucho más felices y nuestras vidas estarían más equilibradas, si evitásemos pensar innecesariamente o continuamente (Fig. 12) en ese flujo de pensamiento inútil, persistente y machacón que nos roba la posibilidad de percibir la situación real, el aquí y el ahora de nuestras vidas.

Fig. 12: Personas pensando de forma recurrente.
 
La famosa frase “pienso luego existo” que postuló René Descartes en el siglo XVII, hoy tendríamos que cambiarla por algo que dijese “si pienso continuamente dejo de percibir mi existencia”, ya que si pensamos de forma repetitiva ya no vivimos en el presente sino en una continua interpretación y proyección mental del pasado hacia el presente o hacia el futuro, transformando el presente en una proyección mental.

Todo el proceso mental es aprendido y transmitido, tanto a través de la experiencia personal desde el momento de la concepción hasta el momento actual, como desde la experiencia de la familia, del grupo social al que pertenecemos, la nación, estado, raza y finalmente la experiencia de la Humanidad en su totalidad.

Para realizar el proceso mental es necesario tener una base de datos basada en la experiencia de la que sacar la información a través del método de los similares, por el que se buscan similitudes entre los datos previamente almacenados, y contrastarla una y otra vez para ver si se puede sacar más información a lo ya guardado. Esto hace que la base de datos experimental, la basada en hechos reales que le han ocurrido a la persona, sea muy pequeña en relación a la base de datos inventada o creada a partir de los hechos reales.

Cuando un niño acerca sus dedos hacia una vela por primera vez sufre una quemadura en ellos y percibe un dolor; esto es archivado como un dato experimental, algo así como “las cosas que brillan, se mueven y tienen color amarillo producen dolor cuando están muy cerca de la piel, ese es el hecho en sí mismo y la forma como queda grabado básicamente. Pero cuando interviene el aspecto mental, en su deseo de ser útil, conecta inmediatamente con otros momentos en los que el niño ha sentido dolor, asociándole las emociones que se utilizaron en esos momentos y las formas de reaccionar utilizadas, como el miedo, el enfado o la tristeza.

El niño puede reaccionar de inmediato con la información de la que ya dispone o revisar la información que aporta el lado mental de cada uno de los adultos que le rodean, especialmente sus padres. Una vez con toda esa información procesada, se produce una reacción. Puede ser el llanto sencillo, el llanto desconsolado, la cara de sorpresa, la reacción de “no pasa nada” o cualquier otra, siempre de acuerdo con la información guardada en la base de datos del aspecto mental. Así, un hecho simple se transforma en una reacción condicionada, en una respuesta interpretada.

Esa es la principal forma de expresión del lado mental negativo: la interpretación. Continuamente el mental está interpretando papeles de teatro o de guion de cine, viviendo películas de acuerdo a lo que requiere la situación y privando al resto de los aspectos del ser humano de una reacción común y consensuada, mucho más democrática si se quiere ver así, que haría más adecuada la reacción y mejoraría las posibles respuestas y los resultados.

El mental, con su rapidez de acción, tiende a acaparar todas las respuestas y a suplantar a los otros aspectos sin dejarlos ni siquiera reaccionar. Es tan buen imitador de los otros aspectos que puede contestar por ellos pareciendo que la respuesta viene de estos. Es un actor consumado que no descansa con tal de estar siempre en la línea del estrellato y la fama, suplantando la realidad por una obra de teatro sin fin.

Pongamos un ejemplo, nos cruzamos con un conocido en la calle y nos pregunta “¿qué tal estás?” y contestamos mecánicamente “bien”. Da igual si estamos bien o mal, el mental ya ha dado su respuesta, la esperada. Poco después podemos reaccionar y empezar a contar que nos duele aquí o allá o que realmente no estamos tan bien. Podríamos utilizar la fórmula argentina de responder con un “bien o te cuento”, dándole a la otra persona la posibilidad de aceptar una respuesta para salir del paso o una que tenga que ver más con su pregunta.

Se ha escrito mucho sobre los grandes problemas que han generado en el pasado el aspecto mental negativo y sus interpretaciones de la realidad con sus consecuencias en forma de guerras, invasiones, crisis económicas, luchas religiosas o raciales, etc., también fue muy importante la aportación de Sigmund Freud en el siglo XX y su método del psicoanálisis, el análisis de la mente. Pero en las últimas décadas se ha aportado una nueva visión sobre la forma en que trabaja el mental negativo y de cómo nos roba la posibilidad de vivir el momento actual tal cual es, no transformado en una interpretación mental. Destaca especialmente en esta línea Eckhart Tolle y su serie de libros sobre el Ahora.

Fig. 13: Caricaturas de personas mentalmente trastornadas.
A esta faceta del mental, a la que hemos llamado mental negativo, Tolle la llama “ego” asociando así la idea de negatividad, de egoísmo, de no tener en cuenta al resto. Su descripción magistral de cómo el ego nos arrebata el momento presente y la posibilidad de vivirlo y aprender de él como si fuese la primera vez que lo vivimos, está perfectamente detallada en su libro El poder del Ahora, un libro que es muy recomendable leer a todos los que quieran ampliar sus conocimientos sobre cómo funciona el ego.

El aspecto mental negativo del ser humano (Fig. 13) se ha desarrollado tanto en las últimas décadas que daría para escribir varios libros solamente con este tema, pero baste decir que es simplemente un aspecto más del ser humano, que no es el más importante ni el principal y que genera muchos conflictos que pueden acabar en enfermedades. Por esa razón, deberíamos encontrar la manera de evitar el uso continuo del mental negativo y prestar más atención a los otros aspectos del hombre.

Como idea final, el aspecto mental en nuestras sociedades occidentales actuales suele estar sobredimensionado y trabaja en exceso, por lo que una manera de conseguir que no provoque conflictos es bajar su intensidad de trabajo y, en cierto modo, desconectarlo para poder vivir el ahora y percibir mejor la información que proviene de los otros aspectos.

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