Introducción
INTRODUCCIÓN
En esta sección vamos a ver las enfermedades que afectan a los órganos que nos conectan con el exterior a través de los impulsos que mandan al sistema nervioso y que éste transforma en las correspondientes sensaciones.
Si bien se habla coloquialmente de cinco sentidos, realmente tenemos seis sentidos ya que aunque el del oído y el del equilibrio se unen en uno solo porque sus nervios discurren juntos un buen trayecto, realmente son dos diferentes. Los seis sentidos son la vista, el oído, el olfato, el gusto, el tacto y el equilibrio.
Nuestro organismo está plagado de terminaciones nerviosas que llegan a todas las partes del mismo y que son los receptores con los que el sistema nervioso recibe la información sobre lo que ocurre en cada zona del cuerpo. Estos receptores pueden captar diferentes tipos de sensaciones como la presión, la temperatura, el dolor, los movimientos, la luz o los cambios químicos y generan impulsos que son trasmitidos al sistema nervioso central donde son procesados, asociados e interpretados adecuadamente para valorar su importancia o descifrar su significado.
Por lo tanto, podemos decir que los órganos de los sentidos generan los impulsos eléctricos y el cerebro los interpreta transformándolos en sensaciones.
EL SENTIDO DE LA VISTA nos permite recibir señales luminosas del exterior y nuestro cerebro las transforma en imágenes que nos ayudan a percibir el espacio que nos rodea. Para ello necesita varias estructuras, unas para captar la luz (ojos) y otras para transmitir (nervios ópticos) e interpretar los impulsos (cerebro).
Los ojos son dos esferas que captan las señales luminosas gracias a un mecanismo óptico formado por una cámara oscura (el globo ocular), dos lentes (la córnea y el cristalino), un diafragma (el iris), un líquido interno (humor acuoso), una estructura gelatinosa de sujeción (el humor vítreo) y una lámina nerviosa de captación de impulsos (la retina).
El globo ocular es una estructura esférica compuesta por tres capas: la conjuntiva, la esclerótica y la retina. Lo movilizan los músculos oculares que dirigen al globo ocular hacia lo que queremos ver.
La córnea es una lente que junto con el cristalino enfocan las imágenes que vienen del exterior y las proyectan hacia la retina. La córnea es una lente fija y el cristalino es adaptable, lo que nos permite enfocar tanto los objetos que están cerca como los de lejos. Ambos son transparentes.
El iris hace de diafragma de forma que entra más o menos luz al interior del ojo y también permite enfocar mejor las imágenes cuando se cierra.
El humor acuoso es un líquido que surge de detrás del iris y se absorbe en la parte anterior de su borde; sirve para humedecer, limpiar y nutrir al cristalino así como a la parte posterior de la córnea.
El humor vítreo es un gel transparente que mantiene la estructura interna del ojo y ayuda a la sujeción de la retina.
En la retina hay unas neuronas especiales, los bastones (visión en blanco y negro y penumbra) y los conos (visión en color y luminosidad), que captan los impulsos y los transmiten al nervio óptico. Éste reúne todos los axones de las neuronas intermedias que han recibido los impulsos de los conos y de los bastones. La retina tiene una parte denominada mancha amarilla o mácula que es donde se perciben con nitidez las imágenes y el resto sirve para la visión global. En su parte posterior hay un tejido pigmentado que sirve para que no entre luz del exterior a través de las paredes del globo ocular.
La corteza cerebral que recibe los impulsos del ojo es la occipital y en ella son procesados y después son mandados a la corteza asociativa, lo que nos permite finalmente ver e interpretar lo que vemos.
EL SENTIDO DEL OÍDO nos sirve para captar los sonidos del exterior para que sean interpretados posteriormente en el cerebro. Está formado por las estructuras auditivas (oído externo, oído medio y oído interno), el nervio auditivo y la corteza auditiva.
El oído externo está formado por el pabellón auricular, que ayuda a captar mejor los sonidos del exterior, y el canal auricular externo que los conduce hacia el tímpano. En el canal auricular externo se fabrica el cerumen, una cera que evita que entren partículas de polvo o pequeños animales al interior del oído.
El oído medio está formado por el tímpano, que es una membrana que vibra cuando recibe sonidos del exterior, la cadena de huesecillos (martillo, yunque y estribo) que sirve para transmitir y modular el sonido hacia la ventana oval del oído interno, la caja timpánica, que alberga a la cadena de huesecillos, está llena de aire y tapizada de mucosa para proteger al oído medio de las infecciones provenientes del exterior, las celdas mastoideas que ayudan al mantenimiento del oído medio y la trompa de Eustaquio que lo comunica con la faringe.
El oído interno está dentro del hueso temporal y recibe los impulsos mecánicos del oído medio para transformarlos en eléctricos. Está formado por la ventana oval, la endolinfa, y el caracol. La ventana oval vibra con los impulsos que vienen del exterior y los trasmite a través de la endolinfa hacia el caracol donde hay unas células con cilios que transforman sus movimientos en impulsos eléctricos que van por el nervio auditivo hacia el cerebro. En esta zona del oído interno están también situados el utrículo, el sáculo y los canales semicirculares del sentido del equilibrio.
El nervio auditivo traslada las señales generadas en el caracol hacia la corteza auditiva, que está situada en la parte superior del lóbulo temporal del cerebro, donde se procesan las señales recibidas del oído y son enviadas a la corteza asociativa para interpretarlas adecuadamente. Durante un trayecto, el nervio auditivo va junto al nervio del equilibrio formando el nervio estatoacústico.
EL SENTIDO DEL OLFATO está formado por el nervio olfatorio y la corteza olfatoria. Nos sirve para percibir los olores del exterior.
Las terminaciones del nervio olfatorio atraviesan el hueso del cráneo y se sitúan en la parte alta de las fosas nasales para recibir los compuestos químicos volátiles del exterior y transformarlos en impulsos eléctricos que son dirigidos a la corteza olfatoria donde son procesados y enviados directamente a la corteza límbica y al hipotálamo, dos zonas del cerebro implicadas en el proceso de las emociones, y posteriormente se envían a la corteza asociativa donde son interpretadas. El ser humano es capaz de distinguir unos 10.000 aromas diferentes y el del olfato es el único sentido que no tiene un filtrado y procesado previo en el tálamo.
EL SENTIDO DEL GUSTO nos permite distinguir los sabores de las sustancias que están sobre la lengua o disueltas en la saliva. Está formado por las papilas gustativas, los nervios gustativos y la corteza cerebral.
Las papilas gustativas están situadas sobre la lengua y hay tres tipos, unas con forma de cáliz, otras de hongo y otras con forma de hilo. En su interior hay unas células que captan las sustancias químicas y las trasforman en impulsos eléctricos que son enviados a los nervios gustativos.
Los nervios gustativos son el facial, el glosofaríngeo y el vago. El primero transmite las sensaciones de los dos tercios anteriores de la lengua, el segundo las del tercio posterior y el tercero las de los pliegues de la glotis.
Los impulsos eléctricos son enviados a la corteza gustativa, que está situada en un lugar entre la corteza frontal y la parietal, donde se procesan esos impulsos y después son interpretados en la corteza asociativa.
Hay cinco sabores primarios, el dulce, el salado, el amargo, el ácido y el sabroso (umami). La mezcla de ellos genera toda la variedad de sabores.
EL SENTIDO DEL TACTO nos sirve para percibir las cualidades de los objetos que tocamos. Está formado por la piel, los nervios sensitivos, los núcleos sensoriales y la corteza sensitiva.
En la dermis de la piel están las terminaciones nerviosas que nos permiten detectar el tacto de las cosas, la presión o la temperatura. Esas terminaciones son la parte final de las neuronas que trasmiten los impulsos hacia la médula espinal o hacia el tronco del encéfalo.
Los núcleos sensoriales (tálamo) reciben los impulsos de los nervios de las vías sensitivas y realizan un proceso previo de ellos para decidir si continúan hacia la corteza cerebral o son anulados.
La corteza sensorial está situada en la zona parietal del cerebro y procesa la información que recibe de los núcleos sensoriales para interpretarla adecuadamente.
EL SENTIDO DEL EQUILIBRIO está formado por los canales semicirculares, el vestíbulo, a su vez formado por el utrículo y el sáculo, el nervio del equilibrio y la corteza vestibular. Percibe la situación de la cabeza y, junto con el sentido de la vista y las señales sensoriales de los huesos y los músculos, nos permite conocer la posición de nuestro cuerpo con respecto al el espacio que nos rodea.
Los canales semicirculares están situados en el hueso temporal al lado del oído interno y cada uno de ellos está orientado en uno de los sentidos del espacio (horizontal, vertical y sagital) de forma que nos permite captar los movimientos de rotación de la cabeza. Para ello están llenos de endolinfa y en sus paredes hay unas células con unos cilios sobre las que hay unas piedrecillas (otolitos) que, por inercia, se mueven en el sentido contrario al que se mueve la cabeza, lo que activa a los cilios y estos emiten señales eléctricas al nervio del equilibrio.
El vestíbulo está unido al caracol y lleno, al igual que éste y los canales semicirculares, de endolinfa. Está formado por el utrículo y el sáculo; el primero está orientado en el plano horizontal y el segundo en el vertical lo que permite captar los movimientos de traslación de la cabeza. Igual que los canales semicirculares tienen unas células con cilios y con otolitos.
El nervio del equilibrio se une al auditivo formando el nervio estatoacústico y le acompaña hasta el cerebro para después ir a la corteza vestibular que es la encargada de procesar las señales y después son interpretadas por la corteza asociativa.
En la Medicina Tradicional China los órganos de los sentidos dependen de varias funciones por lo que cada sentido necesita la participación de ellas para poder funcionar. Sin embargo, sí que podemos decir que predomina alguna de ellas sobre las demás.
Es evidente también que la función digestiva y de absorción de nutrientes, dominada fundamentalmente por el bazo y el páncreas, es imprescindible para que los órganos estén bien nutridos y funcionen adecuadamente.
Así, diremos que el sentido de la vista depende fundamentalmente de la función hígado y corazón, el sentido del oído lo hace de la función riñón, el sentido del olfato de la función pulmón, el sentido del gusto de la función bazo, el sentido del tacto de las funciones pulmón y corazón y el sentido del equilibrio de las funciones riñón e hígado.