Conflictos con la Familia
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CONFLICTOS CON LA FAMILIA
De todos los grupos en los que vive o participa un ser humano, la familia es el que más situaciones conflictivas le aporta. También es el grupo que más le puede ayudar y apoyar en su proceso vital y el que establece y mantiene los lazos más fuertes entre sus miembros.
Las líneas familiares se pierden en el tiempo y es prácticamente imposible de seguir más allá de tres o cuatro generaciones, excepto en el caso de ciertas familias con personas que han sido importantes, como nobles o reyes. Entre todos los miembros de una familia existen muchos vínculos de parentesco y de relación como son los lazos de sangre, los nombres y apellidos, las normas de convivencia, las propiedades comunes, las celebraciones, la unión ante la adversidad o las relaciones económicas. Así podríamos seguir mencionando una larga lista de lazos de unión generales o particulares.
Cada individuo en concreto está directamente vinculado, si miramos a su línea de ascendentes, con sus padres, tíos, abuelos y bisabuelos. Si miramos a la de sus descendientes, a sus hijos, nietos y biznietos. Si miramos a los de su misma generación, a sus hermanos, cuñados y primos y también a sus descendientes (sobrinos y primos segundos). Esto les da una gran fuerza y cohesión a los miembros de una misma familia, a la vez que les obliga a comportarse según unas normas establecidas previamente o que se van dictando según va ésta va evolucionando.
Siempre se hace distinción entre la familia directa, formada por los miembros que están unidos por lazos de sangre, y la familia indirecta o política, que son los miembros que se han incorporado a la misma a través de matrimonios o parejas de hecho con personas que normalmente no tenían lazos de sangre previos. Los componentes de una familia que están unidos por vínculos de sangre tienen tendencia a considerarse en una posición o rango superior al compararse con los de la familia indirecta, a los que se les ve como recién llegados al club y, por lo tanto, con menos privilegios que ellos.
Cuando una persona elige a otra para formar una pareja y posteriormente una familia nueva, tiende a pensar que esa persona es única y le cuesta inicialmente reconocer al resto de los familiares que hay detrás de ella. Pero, poco a poco, sus miembros van apareciendo en escena y hay que irlos conociendo y aceptando, incluso aunque no haya una buena relación o se produzcan choques y enemistades.
Es normal que el recién llegado a una familia no conozca las normas, las costumbres, los comportamientos ni los códigos que la caracterizan, por lo que debe aprenderlos lo antes posible para poder manejarse adecuadamente en ella, pero también tiene que modificar los adquiridos en su propia familia para evitar los choques con los parientes de su pareja.
Son muy importantes los conflictos generados por el fallecimiento de algún miembro y también los derivados de las herencias y los repartos de bienes después de la muerte de alguien. En esos momentos suelen aflorar los problemas enquistados durante años o que habían sido inhibidos o retenidos por la persona que muere. Comportamientos emocionales no esperados, reacciones bruscas o pasionales hacen que esos momentos puedan desembocar en situaciones conflictivas de difícil solución y de larga duración. En muchas ocasiones se rompen ramas completas de una familia que no se vuelven a relacionar nunca más o, al menos, durante varias generaciones.
La situación de soledad de los miembros que quedan viudos después de la muerte de su pareja, pone en marcha nuevos comportamientos por parte de los hijos, acercándoles o alejándoles según las circunstancias. Esa experiencia de soledad puede impulsar la necesidad de buscar a una nueva pareja y esto podría desatar los comentarios y las críticas de sus familiares, generando conductas a favor o en contra de su comportamiento.
Además, la convivencia con la familia sirve de aprendizaje para generar modelos de actuación que serán posteriormente utilizados en las situaciones en las que se den circunstancias similares, como en el trabajo, en el grupo de amigos o en la relación de pareja.