La Suegra no Acepta al Yerno
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LA SUEGRA NO ACEPTA AL YERNO
Prácticamente todos los chistes o bromas cuyo tema principal son los suegros, en realidad tienen como protagonista a la suegra y casi nunca al suegro. La especial relación que establece la madre con sus hijos, favorece el hecho de que sea ella la que protagonice con más frecuencia los conflictos con este familiar político, el yerno o la nuera.
Es cierto que también puede darse la situación en la que el suegro considere que su yerno no es el hombre adecuado para su hija, pero en estos casos, generalmente, el comportamiento consiste en el rechazo total al yerno o el intento de buscar afinidades que permitan facilitar la relación entre ambos. La mala relación entre el suegro y la nuera no es frecuente, ya que suele predominar la natural tendencia del suegro a protegerla a través del mecanismo inconsciente e instintivo que impulsa a los hombres a cuidar a las mujeres, conducta que favorece la supervivencia de la especie.
Sin embargo, si una madre ha acaparado emocionalmente a su hija, la utiliza o la ha utilizado para cubrir alguna de sus necesidades, no va a aceptar fácilmente al hombre que, a través de su relación, la aparta de su influencia e incluso la pone en su contra.
En esta situación, la hija se encuentra entre dos fuegos y, aunque la tendencia inicial será la de seguir y apoyar a su marido, con el tiempo y con la sucesión de situaciones tensas, intentará que su marido ceda a las pretensiones de su madre, lo que puede llevar a una gran tensión en la pareja y a una lucha entre el yerno y la suegra.
La suegra no acepta al yerno
Si la hija no disminuye la intensidad o no rompe el vínculo de dependencia con la madre para facilitar así el buen funcionamiento de la pareja, ésta puede entrar en crisis y peligrar la estabilidad y hasta su continuidad.
Aunque pueda ser difícil de aceptar para la hija, ella ya pertenece a un nuevo grupo familiar y tiene que dar la preferencia a la relación con su marido y con sus hijos, si los hubiera. Por su parte, la suegra debe entender que la hija ya ha formado su propia familia y que se debe preferentemente a ella, aunque con la lógica e importante conexión y fuerte relación con sus padres y hermanos.
La suegra, en definitiva, no puede ni debe reclamar la fidelidad de su hija frente a su yerno. Esta simple reflexión puede facilitar la buena evolución de este tipo de conflictos, pero es muy probable que requiera mucho esfuerzo por parte de ambos, aunque especialmente por parte de la suegra, para que la familia evolucione adecuadamente.