Introducción
INTRPDUCCIÓN
La jardinería integral combina el placer de cuidar y disfrutar de un jardín, con el buen estado de salud de las especies que lo integran.
Es importante que cuando vayamos a diseñar nuestro jardín empecemos por observar el entorno, estudiar su situación con respecto a la vivienda, ver que árboles y arbustos existen ya, si son de hoja caduca o perenne y cómo afectan al terreno las variaciones de sol y sombra según transcurre el día, comprobar si el pH de la tierra es muy ácido o muy alcalino, y también conocer la permeabilidad del suelo porque si es excesiva se pierde gran parte del riego pero si es escasa puede encharcarse. Todos estos aspectos que debemos tener en cuenta nos darán una idea de las especies que se adaptarán con mayor facilidad a nuestro jardín.
Lo más adecuado es plantar especies autóctonas porque así resultarán más fáciles de cuidar y serán más resistentes a las inclemencias del tiempo. Si elegimos otras plantas que no son típicas del entorno será necesario que tengamos en cuenta las condiciones climáticas de nuestra zona en concreto, si nuestro clima es de tipo atlántico, continental, mediterráneo, tropical, etc.
La preparación del suelo requiere el aporte de materiales y compuestos minerales que proporcionen al terreno la composición necesaria para el crecimiento óptimo de las plantas. Es recomendable para el mantenimiento de las especies autóctonas y para las plantas que se aclimatan fácilmente al terreno y resulta muy necesario para aquellas otras que precisan alguna modificación del suelo para adaptarse al nuevo terreno donde las hemos plantado. El pH del suelo puede ser uno de los motivos que requiera la intervención.
Crear un jardín no es una tarea difícil, pero es fácil cometer errores de espacio si no se conocen bien las especies que plantamos. Saber qué tamaño puede alcanzar una planta antes de elegir su emplazamiento es imprescindible para que pueda crecer y desarrollarse en todo su esplendor.
El mantenimiento que requiere un jardín estará condicionado por cada período estacional del año. En cada estación las tareas serán muy diversas y han de hacerse de forma consecutiva. Las labores que realizamos durante el periodo de otoño a invierno son de vital importancia para los resultados que esperamos conseguir en primavera-verano y viceversa.
Los resultados del cuidado de nuestro jardín acaba siendo un regalo que la naturaleza nos ofrece y que nosotros debemos corresponder haciendo nuestro trabajo con mucho mimo, atención y dedicación.
La idea principal en el cuidado de un jardín es la de intervenir lo menos posible en el pequeño ecosistema que hemos creado evitando añadir productos químicos, como plaguicidas, herbicidas o abonos artificiales. Esto puede parecer inicialmente una tarea difícil ya que los agentes externos, como pueden ser los insectos, parásitos, plantas u hongos, pueden atacan a las plantas si no están fuertes o debilitarlas y acabar con su vitalidad y resistencia natural. Sin embargo, si colocamos a las plantas en un terreno adecuado a sus peculiaridades, les aportamos los nutrientes y el agua que cada especie necesita, las resguardamos de los agentes climáticos que puedan dañarlas colocándolas en lugares protegidos y utilizamos medios naturales para preservarlas de las plagas y parásitos, obtendremos unos resultados excelentes que las plantas nos devolverán con un buen aspecto, frescor, belleza y colorido.
Si preparamos y cuidamos nuestro jardín podremos disfrutar del equilibrio y la paz que nos genera estar en contacto con la tierra, sentiremos la satisfacción de los resultados por el trabajo bien realizado en el cuidado de las plantas, nos llenaremos de alegría con la belleza y el colorido de las flores en cada estación del año, inhalaremos con placer el aroma primaveral y estival de las hojas y las flores y dispondremos de un estupendo lugar para gozar del ocio y el sosiego en los diferentes momentos del día.